El trabajo tampoco es para siempre
-¿Pero no eras fijo?– Me preguntó mi padre cuando le dije que me cambiaba por primera vez de trabajo, hace ya una pila de años. El trabajo ya no es para siempre, le respondí. En mi más tierna inocencia pensaba que yo podría ser el conductor de mi vida profesional. Y a toro pasado veo cómo te vapulean y los bandazos que acaba dando uno y pienso… “para habernos matado”. Tardé en decidir qué estudiar porque también pensaba que la carrera me serviría para toda la vida. El año pasado en Estados Unidos casi cuarenta millones de personas abandonaron sus trabajos por voluntad propia: la gran dimisión. Y constato que estábamos equivocados. Todo es mucho más efímero de lo que creemos. Este movimiento empezó a gestarse durante la pandemia de coronavirus. En España, las cifras se encuentran muy lejos, aquí seguimos enfrascados con la picaresca y el menudeo, ¿saben ustedes que se han multiplicado por nueve las personas que no pasan el periodo de prueba en un nuevo trabajo? Contratos temporales encubiertos. La cita más conocida y mal atribuida a Charles Darwin rezaba “No es la más inteligente de las especies la que sobrevive; ni la más fuerte; sino aquella capaz de adaptarse y ajustarse mejor al entorno cambiante en el que se encuentra”. El mundo cambia cada vez más y cada vez más deprisa. Te adaptas o eres historia. Paradójicamente los jóvenes hoy en día tienen la mayor oferta de posibilidades para estudiar, ojo que no he dicho de carreras, y sin embargo también es el momento más difícil para elegir. El miedo al fracaso, la presión de los padres y este entorno cambiante, por no hablar de las escasas salidas profesionales, hacen tremendamente difícil tomar una decisión, pero sobre todo porque piensan que será para toda la vida. Este es el primer axioma que hay que derrumbar. Por si no se han dado cuenta, el que antes era periodista ahora trabaja de community manager, el médico se ha convertido en coach, el ingeniero ahora pinta en una tablet en 3D, por no hablar del inconexo Biólogo que hoy imparte cursos de ciberseguridad así como un largo etcétera de casos, que seguro tiene alguno a su lado, ya no son ni hacen lo que estudiaron. Por tanto, para poner una pica en Flandes y empezar a pensar, lo primero que hay que hacer es perder el miedo al cambio y escribir qué es lo que a uno le motiva, lo que te hace feliz. Convertir aquello que te mueve y lo que te apasiona en tu profesión. Profesiones también efímeras. Tenemos que aprender a apreciar y disfrutar más la belleza de la temporalidad. Ver si tienes aptitudes y buscar aquellas formaciones necesarias para construir un camino firme hacia el éxito. Yo tuve un compañero de trabajo que todo lo que aprendió lo hizo en YouTube. En la facultad le decían que no hacía falta que fuera a clase porque sabía más que el profesor. Y siéntase libre para cambiar por el motivo que a usted le de la real gana. Porque le cerraron la puerta y necesita reinventarse o porque lo que antes le motivaba ha dejado de hacerlo. Descubrirá que el dinero y la posición no eran lo importante, lo importante es ser uno mismo, ser feliz a cada rato. “Perder” un año, que antes era poco menos que un sacrilegio, quizá hoy en día sea el tiempo necesario para encontrarse a uno mismo y decidir hacia dónde quiere fluir, ahora se dice así. Porque en realidad, no nos engañemos, nada es para siempre. Ω ¿Alguna duda? ¿Tienes preguntas, comentarios o ideas para compartir? ¡Estoy aquí para escucharte! Ya sea que desees colaborar, solicitar más información o simplemente saludar, este es el lugar para hacerlo. CONTACTO
Vivir sin conciencia
No todo es blanco o negro. Bueno o malo. La escala de grises es casi infinita. A raíz del último artículo que publiqué sobre liderazgo: “liderar con alma”, sois muchos los que me habéis contactado y polemizado a través de las redes sociales a colación de mi categórica afirmación: “NO-SE-PUEDE-SER-UN-BUEN-PROFESIONAL-SI-NO-ERES-UNA-BUENA-PERSONA” Y un buen número de seguidores me instigaba a definir exactamente que era ser una buena o una mala persona, y sobre todo quién dictaminaba la diferencia en el entorno laboral. Preguntabais ¿El director de Recursos Humanos será quien nos juzgue? No, sólo Dios puede establecer quién ha sido bueno o malo a lo largo de su vida, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Dicho esto, es cierto que hay otra persona que sabe la diferencia y no es el responsable de Personal de tu empresa. Todos, absolutamente todos tenemos la capacidad de obrar bien o mal. Es una decisión personal. De hecho, cada día es una sucesión de acciones y pensamientos en los que de una forma casi inconsciente decidimos continuamente qué camino escoger. Hasta los que llamamos Santos tienen la capacidad de hacer el mal, pero deciden no prodigarse en estas lides. Nuevamente está en tu mano parar y pensar. O si has obrado mal, decidir no volver a hacerlo. Y si tienes dudas compártelo con tu pareja, amigos o con el cura. Sacarle el dedo corazón a otro conductor está mal. Alegrarte de que haya perdido su equipo, está mal. Y si no quieres estar todo el día pensando, hazlo antes de dormir, un examen de conciencia de aquellas cosas de las que te sientes orgulloso y de las que no, decide tú mismo qué cosas tienes que mejorar. Ya sé que todo es relativo, y lo que para uno está bien para otro puede parecer una aberración, pero no te engañes ni te muestres indiferente. Se puede vivir de perfil, es menos sufrido o incluso anular a tus miniaturas, esas vocecillas que te dicen lo que está bien o mal, así no tienes enfrentamientos internos, porque es cierto, es más fácil vivir sin conciencia. Somos muy benevolentes con nosotros mismos, tendemos a pensar que lo que hacemos nosotros está bien y sabemos exactamente lo que hacen mal los demás. Es mejor no culpar ni juzgar. Y si tienes que hacerlo, júzgate tú mismo, nadie te conoce como tú te conoces. Eres la única persona que sabe lo que piensas y sabe lo que haces. Tú eliges si quieres amar y estar más cerca de Dios o vivir de espaldas. Vivir es maravilloso. Quiérete mucho y ayuda a los demás, sé generoso con tus dones, comparte, disfruta, ríe, salta, canta, baila… La vida merece la pena vivirla a tope y ser celebrada. Y si quieres ser buena persona y cambiar el mundo, empieza por ti mismo. Siendo cada día mejor persona que la que fuiste ayer. Como si fueras un software, que cada nueva versión de ti mismo sea mejor que la anterior. Ω ¿Alguna duda? ¿Tienes preguntas, comentarios o ideas para compartir? ¡Estoy aquí para escucharte! Ya sea que desees colaborar, solicitar más información o simplemente saludar, este es el lugar para hacerlo. CONTACTO
Liderar con alma
Igual me estoy haciendo mayor y por eso percibo las cosas de otra manera, pero yo cada día veo más gente egoísta a mi alrededor. Gente que sólo se mira el ombligo y que habla en primera persona y piensa primero en él, luego en él y después en él. Yo, mí, me, conmigo. ¿Lo han notado ustedes o es solo cosa mía? No sé si esta sociedad nos está llevando por el camino individualista del ser humano o es fruto de la continua agresividad a la que nos enfrentamos, a la competitividad adquirida o la intoxicación de información y manipulación a la que nos tienen sometidos. ¿O quizá sea el manido plan del Gobierno, divide y vencerás, para poder seguir robando mientras las ovejas se matan entre ellas? En el mundo laboral además de encontrarme cada día con más gente egoísta, constato que cada vez hay mayor número de malos profesionales gestionado a otras almas. No me refiero a líderes que no saben hacer su trabajo, ni tampoco a profesionales poco preparados, me refiero a malas personas, por no llamarlos hijos de puta. Y paradójicamente y para prepararnos para los retos del futuro cada día estamos mejor formados técnicamente y tenemos mayor acceso a todo tipo de información practicando el aprendizaje activo. Aumenta nuestra disposición al desarrollo constante, pero quizás hemos descuidado la parte ética o moral, tan importante o más que la otra. En el trabajo hay una serie de normas no escritas que se vienen cumpliendo con mayor o menor acierto. Lo que tenemos que procurar es que sean éticas y alineadas con los valores personales y profesionales. Un compromiso con el conjunto de normas de la empresa y una conciencia responsable hará sostenible nuestra empresa. Sé que es fuerte pensarlo, decirlo y más aún dejarlo por escrito, pero estoy firmemente convencido de que NO-SE-PUEDE-SER-UN-BUEN-PROFESIONAL-SI-NO-ERES-UNA-BUENA-PERSONA. Se puede estar comprometido con la visión y la misión de la empresa y a su vez se puede estar comprometido con las personas que forman parte de tu equipo, y porqué no decirlo, con sus familias. Ser responsable de una persona es ser responsable de su entorno. Si existe compromiso por ambas partes, casi no es necesaria la motivación, porque la motivación nace de dentro y la productividad, será siempre la máxima, al sentir los colaboradores el negocio como propio. Entendiendo el trabajo como una simbiosis continua, donde nos apoyamos y nos ayudamos entre todos y trabajamos juntos y unidos por un objetivo común. Y no confundamos sólo el objetivo como el codicioso beneficio económico; los altos ingresos mejoran el bienestar material, pero no el bienestar emocional. Y para eso se necesitan altas miras y mucha capacidad de adaptación y flexibilidad. Este mundo cada vez cambia más y más deprisa, razón por la cual cada vez se valora más el control emocional propio y para con los demás. La llamada inteligencia emocional. Y mucha creatividad, no entendida como habilidad artística para pintar o cantar, sino en el sentido de tener ideas que van más allá de lo comúnmente establecido. Propuestas inteligentes y maneras creativas de resolver problemas a todos los niveles. Sea crítico y analítico. Use la lógica y el razonamiento para identificar y abordar las situaciones desde el análisis, contrastando la información y desde el profundo conocimiento de todos los factores, externos e internos, técnicos y humanos. Para salirse de esta mezquina tendencia y no vernos abocados a un mundo de individuos egocéntricos y narcisistas hace falta mucho valor y grandes dosis de rebeldía. Es muy fácil arrastrarse y dejarse envenenar por el mal, convertirse en un tóxico más está al alcance de cualquiera. Lo difícil es nadar contracorriente, negarse a seguir el juego y escuchar a los demás antes de imponer su criterio por imperativo legal. Es imprescindible conectar con las otras personas del equipo y ponerse en su piel, y entenderles. Nos falta humildad a paladas. Está en su mano. Sólo una buena actitud, empática, enérgica y positiva, nos saca de ésta. La generosidad es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces. Haga de su lugar de trabajo un entorno más amable y con más humanidad. La productividad vendrá detrás, se lo aseguro. Ω ¿Alguna duda? ¿Tienes preguntas, comentarios o ideas para compartir? ¡Estoy aquí para escucharte! Ya sea que desees colaborar, solicitar más información o simplemente saludar, este es el lugar para hacerlo. CONTACTO
Jugar a ser Dios
Quienes nos gobiernan han decidido que ya no nos representan. Nos dejamos engañar y apalear casi con gusto, de una forma enfermiza, masoquista. Nos han acostumbrado a convivir con la mil y una desgracia mirando la televisión mientras cenamos tranquilamente. Nos hemos convertido en peleles insensibles, somos víctimas de maltrato con síndrome de Estocolmo. Y todo esto mientras atropellan sistemáticamente nuestros derechos y por qué no decirlo, mientras comercian con nuestras vidas. Somos esclavos que creemos ser libres. Esclavos del mal llamado estado del bienestar, esclavos de la mentira piadosa y del dinero, del cochino dinero. Somos marionetas a su antojo, legiones de idiotas polarizados por cualquier motivo; religioso, político, social, territorial, da igual, el caso es tenernos ocupados con estupideces para poder seguir manejándonos a su antojo y ordeñándonos hasta la última gota. La evolución del ser humano nos lleva hacia un camino sin retorno, donde la realidad ya supera con creces la ficción. Honestamente ya empiezo a no discernir si vamos hacia adelante o el camino hace tiempo que dio la vuelta y vamos para atrás. Juegan a conseguir más poder, a acumular más dinero y a tener más vidas en la palma de su mano en el infructuoso y vano intento de llegar a parecerse al Todopoderoso. Y en cada paso en esta peligrosa escalada de ambición desmedida, sin límites, más se alejan de lo que realmente es Dios. Están equivocados. Y ni siquiera son felices. Y la tentación sería responder de la misma manera, a hierro y fuego. Ojo por ojo, diente por diente. Pero eso amigos nos pondría en el mismo plano. Y la venganza está en no ser como ellos. Y en un atisbo de lucidez, observo la respuesta solidaria de la inmensa mayoría de mi pueblo ante este continuo atropello y veo que Dios está presente en cada una de esas pequeñas acciones, en cada una de esas pequeñas muestras de cariño incondicional. Se me eriza la piel cuando veo personas anónimas ayudando a los demás, acogiendo a desconocidos en sus casas, llevando comida, madrugando, trabajando, siendo honrados, diciendo la verdad… Y pienso que igual somos nosotros, los Españolitos de a pie, los don nadie, los que realmente sin darnos cuenta estamos jugando de verdad a ser Dios. Porque Dios es amor, solo amor. «Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí».» (Mt 25, 35-36). Somos muchos los que elegimos esta forma de estar aquí en la tierra, esta forma de ser. Unos con fe y otros por convencimiento, qué más da. Y es la correcta. Hermanos, sé que vamos por el buen camino, aunque está visto que no es ni el más corto, ni el más fácil. Es el camino del amor el que quiere Dios. Es el camino que uno sabe que existe, aunque sea de noche y vayamos andando por la oscuridad. Es el camino en el que cada paso cuenta y siempre construye. Es el camino del amor. Igual no tiene nada que ver, pero yo me siento muy orgulloso de ser cristiano y español. Ω ¿Alguna duda? ¿Tienes preguntas, comentarios o ideas para compartir? ¡Estoy aquí para escucharte! Ya sea que desees colaborar, solicitar más información o simplemente saludar, este es el lugar para hacerlo. CONTACTO
Volver a empezar
Estamos vivos, que no es poco. Partiendo de esta premisa sólo nos queda ir a mejor. Un nuevo año y después de todo lo vivido, a muchos por una razón o por otra, nos toca volver a empezar. Pero antes, creo que merece la pena reflexionar, sobre todo para no caer en la misma piedra y poder tomar el control de nuestro propio barco. Mis padres, que siempre han sido mi ejemplo a seguir, me preguntarían ¿qué quieres hacer con tu vida, hijo? Y lo primero que me solivianta es el modelo de vida que hizo que no pudiéramos disfrutar más de nuestros padres. Ese que rezaba «que la vida del empresario no es una vida que permita equilibrar vida personal y profesional». La ahora manida conciliación. Ya sé que muchos pensáis así, que el trabajo es lo primero, y lo respeto. Eso sí, no lo comparto. Y os voy a exponer mi versión de porqué pienso que este modelo no funciona. Un niño pequeño necesita a sus padres. Somos mamíferos, necesitamos contacto físico y amor. El hecho común, aceptado y promovido por la sociedad de privar de la presencia física a un hijo de sus progenitores, no crea más que monstruos: monstruos de padres y monstruos de hijos. Si no vas a cuidar de tus hijos ¡coño!, no los tengas. Un hijo sin afecto es una bomba de relojería emocional. Estoy firmemente convencido de que se pueden hacer ambas cosas a la vez: ser buen empresario y buen padre o madre. De hecho, estoy seguro de que eres mejor persona cuando sabes equilibrar ambas tareas. El adicto al trabajo, por supuesto que es bueno en lo suyo (¡joder, si no ha hecho otra cosa en su vida!), pero será un empresario a secas o una persona a medias. Estos, suelen ser los que se arrepienten de su vida cuando echan la vista atrás. He oído a muchos padres decir que lo mejor que han hecho en sus vidas son sus hijos. Ninguno se arrepiente de ellos. De lo que sí se arrepienten estos trabajadores empedernidos es de no haber dedicado más tiempo a sus hijos y a su familia. De ahí mi teoría del equilibrio, de mi rebeldía con lo establecido, con lo de «es que lo hemos hecho así toda la vida…” Creo que cada vez más nos tenemos que cuestionar las tradiciones y las formas de hacer las cosas como las hacíamos. Esto ha cambiado y mucho. Hoy, sin ir más lejos, mi hija pequeña, que es más lista que los ratones «coloraos», haciendo zapping ha caído en una corrida de toros y al verla me ha preguntado. “Y el toro papá ¿el toro qué piensa?”. Me han dado ganas de decirle que el toro lo que piensa es que somos unos hijos de puta. Pero es muy pequeña para entenderlo. Y la verdad es que nunca me había cuestionado una tradición como la taurina, tan arraigada en nuestro país. Pero digo yo ¿no habrá otra forma de torear sin tener que hacer daño al animal y mucho menos matarlo? Creo que tenemos que evolucionar. ¡Abuelo!, antiguamente los leones se comían a los cristianos en el foso y eso gracias a Dios, ya no sucede. No quiero abrir el melón de los toros, solo quiero que nos cuestionemos las cosas, que retemos el statu quo y pensemos dónde queremos estar el día de mañana. Ya sé que esto de montar tu propio negocio engancha y si te va bien, más todavía. Y si te va mal, pues es que no te queda más remedio que seguir enganchado (al vagón de cola en este caso, pero enganchado y sin parar de remar). Porque la vida son dos días. Ahora que tienes la oportunidad, por voluntad propia o ajena, decide bien a qué quieres dedicar el resto de tu vida. Yo, si para seguir adelante tengo que renunciar a ellos, a mi mujer y a mis hijos, los que me dan la vida, prefiero no seguir ese camino. Hay que empezar algo, pensado con cabeza y si es consensuado, mejor. Todo tiene un impacto y hay que cuantificarlo y asumirlo. Al principio requerirá mayor sacrificio, pero luego podrá pactarse una compensación emocional. Si no hay diálogo, ni voluntad conciliadora, al final te quedas para vestir santos, más solo que la una. Llegar a la meta sabe mejor cuando vas acompañado, pero esta, no deja de ser más que mi opinión. Otros piensan que llegar a la meta es sentarse encima de una montaña de dinero, como el tío Gilito. Allá ellos. Volver a empezar es volver a soñar, es renovar la esperanza, es sentirse vivo. Dicen que la felicidad está en el camino y es cierto, día a día. Paso a paso. Y lo mejor es aprovechar cada minuto sin pensar en el tiempo que nos queda. Amar lo que hacemos en cada momento. Nunca es tarde. Creo que es el momento de ser valiente y darse una oportunidad para visualizar qué queremos ser de mayores: tanto profesional como, sobre todo, personalmente. Qué queremos construir desde este primer día hasta el resto de nuestros días, para que cuando toque echar la vista atrás, lo hagamos con orgullo y tranquilidad. Ω ¿Alguna duda? ¿Tienes preguntas, comentarios o ideas para compartir? ¡Estoy aquí para escucharte! Ya sea que desees colaborar, solicitar más información o simplemente saludar, este es el lugar para hacerlo. CONTACTO
Un día sin reír es un día perdido
En el trabajo no se bromea. Cuanto más serio eres, más profesional. Estos eran algunos de los axiomas de los desaboríos y vetustos jefes que he tenido. Algunos ya eran viejos con treinta años, y hoy en día siguen acuñando a hierro este paradigma que esconde sus inseguridades. Parecía que nos sumíamos en un halo de frialdad donde reinaba el miedo y la mesura de cada palabra. Romper la etiqueta y el rictus establecido en las reuniones, podría delatarte como un insurrecto e insurgente a las normas del buen hacer. ¡Qué coñazo! Yo no podía, ni puedo con este rigor y sigo sin aceptarlo. Adrede, llegaba cinco minutos tarde a estas reuniones, mientras entrecerraban los ojos y los clavaban en mí, reprochando mi impuntualidad. Yo les mantenía estoico la mirada, uno a uno, y haciéndome el sorprendido les preguntaba con un grito desesperado ¿QUIÉN SE HA MUERTO? escenificando un drama del mismísimo Otello. El primero que explotaba a reír nos contagiaba a todos, y ya podíamos empezar la reunión sin tensiones, eso sí, tachándome con el estigma de “Jesús, eres imposible…” Un día sin reír es un día perdido. Y a tomar por culo. Me he negado a que, fuera quien fuera, me amargaran la vida aquellos que libran una lucha interna y quieren que los demás llevemos la misma carga. Esta gente cuanto más lejos, mejor. Y si es inevitable, porque están ahí o son parte de nuestro propio entorno, combatirles frenéticamente con dosis extraordinarias de alegría y buen humor. Está demostrado que con una sonrisa se llega siempre más lejos. El humor es el gran olvidado de las cualidades para ser jefe. Parece que eres menos jefe si te tomas el trabajo con buen humor. Y para mi es precisamente lo contrario. Da gusto tratar con una persona amable, bien educada y con sentido del humor. Ya si es inteligente y guapa por dentro ¡acabáramos! Y no es que lo diga yo, un estudio realizado por la mismísima Universidad de Stanford asegura que los líderes con sentido del humor son considerados un 27% más inspiradores que aquellos que no bromean, y sus equipos se manifiestan un 15% más comprometidos con el trabajo mejorando la productividad hasta un 50%. ¿Ahora quién se ríe? Parece que el jefe tiene que estar siempre malhumorado, cabreado, pegando latigazos y eso lo único que provoca es un ambiente enranciado y hostil para trabajar. Está más que demostrado que en ese tipo de grupos son desconfiados y en ellos nunca surge la creatividad ni hay iniciativa. El entorno ideal para trabajar no es el de alta tensión, alta presión y mal rollo. ¡NO! Habrá momentos así, pero tienen que ser puntuales, tampoco hay que caer en el “buen rollismo” continuo. El compromiso de las personas sólo se consigue en entornos agradables, armoniosos y de desarrollo sostenible. El sentimiento de pertenencia de las personas a una organización se basa en la capacidad que tenga la organización para hacer felices a sus integrantes y ahí juega un papel fundamental el sentido del humor de su líder. El humor también funciona como antídoto para quitarle hierro a los momentos difíciles. Las personas que bromean con las cosas “serias” tienen mayor predisposición a admitir un hecho trágico, asumirlo y por tanto a superarlo. A mi amigo Carlos (el de los coj… largos) no se le ocurrió otra cosa que descojonarse cuando estaban echando las cenizas de su padre en el Mediterráneo; me contaba que la escena era para verla, todos allí compungidos, en la barcaza, con caras largas, su madre aventando el cofre de forma compulsiva sin conseguir que salieran todas de golpe… y aprovechando una ráfaga de viento, su padre les impregnó a todos como si de un ave phoenix se tratara, y a la par que les cegaba, les hacía abrir bien los ojos por dentro. Rompieron todos a reír, que probablemente era lo que su padre hubiera querido desde el principio, y volvieron a contar sus historias, a disfrutar de sus recuerdos y de aquel momento juntos. Ese hombre era un crack. El humor es probablemente la herramienta más difícil de manejar, si te extralimitas, es como pasarse con la sal en un guiso, lo echas todo a perder. Hay que saber cuándo hacer la gracia, la intensidad, el interlocutor y controlar un largo cúmulo de variables. Me encantan esos tres segundos de silencio posteriores a cualquier broma. Clavan en ti su mirada atónitos, y no sabes si te va a matar o se reirán a mandíbula batiente. Es importante no mover ni un solo músculo en ese breve interludio y estar muy ágil, por si surge un arranque de ira, y decir ipso facto “que era una broma, hombre, que era broma” y aguantar estoicamente lo de “no tienes ni puta gracia” sin esbozar la más mínima de las sonrisas, pues eso sería devastador para tu integridad física. Y si detectas que una persona no tiene sentido del humor, no insistas. Utiliza otros métodos, no funcionará nunca. Eso sí, te sorprendería la cantidad de personas que agradecen que les saques una sonrisa, hay mucha tristeza diseminada por la faz de la tierra. Es cierto que es un juego delicado y por eso mismo, muchos inseguros, poco hábiles o tristes prefieren la absoluta ausencia de humor y así no hay malentendidos. Sacrificar el humor por esto, es renunciar a la salsa de la vida. Se puede, pero la vida se te hace más larga, dura y menos fructífera. Ahora bien, si no es tu fuerte, mejor no lo uses. Simplemente sé amable, alegre y ríe las gracias de los demás, que eso también se agradece y mucho. La alegría es otro cantar, esta asignatura debería de ser obligatoria en los colegios y dime que no es bien necesaria para vivir hoy en día. Hay personas que nacen alegres y van contagiando su alegría allá donde van. Da gusto verlos y da gusto estar junto a ellos. Cada día son más necesarias las personas que
Talento de usar y tirar
El panorama laboral en España es desolador para los extremos de la pirámide de la experiencia. Los jóvenes no consiguen una oportunidad por falta de experiencia y nos la quitan a los que nos sobra saber hacer; a los “seniors”, así nos llaman ahora a los que tenemos más de 45 años. Estamos jodidos. La población envejece a un ritmo vertiginoso. Las mujeres cada vez procrean más tarde, por lo que la edad fértil se reduce. Hemos perdido más de 4 millones de jóvenes en 20 años. El edadismo y el paro en mayores de cincuenta años no para de crecer. El sistema de pensiones está quebrado. – No siga leyendo si sufre de ansiedad -. Y es mentira, los que queden no tendrán que trabajar hasta los 75 años, sino hasta el día que les metan en la caja. ¿Para qué tantos años de formación, másteres, idiomas y cursos de especialización si todo nos conduce a una vida laboral cada vez más corta? El modelo de trabajo ya ha cambiado, estudiar unas oposiciones y hacerse funcionario es la última moda para resistir el envite, un último intento de salvarse de la quema. ¿Un trabajo para toda la vida? ¿En qué momento veremos cómo se rompe también este bastión? ¿Será por decreto-ley o tal vez se tramitará amparada por la defensa del Estado con carácter de urgencia? La automatización ya está aquí para sustituirnos, ¿Será un robot el que nos despida enviándonos un WhatsApp? Si esperas que algún político lo solucione, espera sentado. La rebelión en la granja podría ser una solución, pero nos falta valor y nos tienen muy ocupados enfrentándonos con temas absurdos. Ahora bien, llegará el día que nos hinchen tanto los cojones que explotemos. Quizá podríamos hacerles la guerra fría a esas empresas que excluyen a los seniors, una lista de Schindler o “Seniers”, o algo así. Pero ¡Tranquilos! La cosa tiene remedio. Aquí cinco pequeños consejos de una cebra herida, así es como nos identifican a los trabajadores en peligro de exclusión y de los que uno se puede aprovechar fácilmente. 1 La solución pasa por estar dispuesto a hacer de todo y valer para todo. Ante esta precariedad y lo miserable que se está volviendo el mercado, lo mejor es aceptarlo y buscar el hueco, donde sea. Lo que hemos llamado siempre “buscarse la vida” para poder traer garbanzos a casa. Muchos ex-directivos hoy en día pilotan un Cabify por la ciudad, y no pasa nada. 2 Nos contratarán para una necesidad y una vez cubierta, “next” que diría mi hijo. El secreto es estar continuamente buscando trabajo, buscando proyectos, como un poseso. Tener siempre uno o varios en la recámara para poder pagar la hipoteca y las facturas, que esas sí que tienen un carácter recurrente. Paradójicamente, estos que mal contratan son los mismos que piden que pagues los impuestos, compres sus productos o te suscribas a sus servicios. Y una vez que te han suscrito, ya no hay Dios que se apee del carro. 3 El futuro del trabajo pasa por trabajar por proyectos, de forma discontinua, dejando atrás el ansiado y añorado contrato fijo. El modelo será lo más parecido al mercado de los pañuelos de celulosa que utilizamos para limpiarnos los mocos. Para desechar. Talento de usar y tirar. En marketing lo llaman “Talento de un solo uso”. Acostúmbrate. 4 Nunca dejar de aprender. Continuamente formándote en nuevas habilidades y competencias porque eso mejora tu empleabilidad. 5 Reír – Que, a pesar de todos los pesares, nunca te quiten la sonrisa. “Dientes, dientes” que diría Isabel Pantoja. Ω ¿Alguna duda? ¿Tienes preguntas, comentarios o ideas para compartir? ¡Estoy aquí para escucharte! Ya sea que desees colaborar, solicitar más información o simplemente saludar, este es el lugar para hacerlo. CONTACTO
Socios, ¿para qué os quiero?
La búsqueda del socio ideal es uno de los grandes capítulos de todos los libros de emprendedores. Todos coinciden en la importancia que tiene elegir bien al compañero o compañeros de viaje. Y tienen razón. Te previenen de no asociarte con familiares y amigos. ¡Qué cachondos! ¿Quién va a estar dispuesto a soltar la pasta si no es la gente que te quiere? ¿Quién va a confiar en ti y en tu idea si no son tus colegas y tu familia? ¡Podrían inventar un Tinder para buscar socios! Me ha dicho un amigo que cuando buscas pareja en Internet tienes más opciones de tener éxito que cuando buscas un socio en la vida real. Aunque, ¡ojo! no fue mi caso. A mi socio me lo presentó un amigo común. El Gran Rome, también emprendedor. Dijo que los dos éramos buenas personas y que nos podríamos complementar mogollón. ¡Y coño, era verdad! Y así empezamos, sin conocernos, contra todo pronóstico. ¡Muchas gracias, Rome! Pero… ¿Hubiera sido lo mismo si hubiéramos sido amigos o familia? Pues no lo sé, ni lo sabré. Ni creo que nadie pueda saberlo. Pero tuve mucha suerte de conocer a David y de trabajar codo con codo en nuestro proyecto, en “recmember me”, la App que enviaba mensajes al futuro. Ya solo con haber conocido a David, me siento muy afortunado. Muchas veces nos asociamos por miedo. Para minimizar el riesgo o por no ser capaces de asumir económicamente el reto de forma completa. Es normal y muy lícito, pero a la larga puede salir caro. Honestamente, entre tú y yo, pienso que el socio ideal no existe. No existe la persona que encaje al 100% con las expectativas que uno tiene cuando busca socio. Siempre le faltará algo y nos daremos cuenta con el paso del tiempo. Somos humanos, seres asimétricos, dulcemente imperfectos. Unos dicen que busques a alguien que sea lo más parecido a ti en la forma de ser y otros dicen que sea diametralmente opuesto, totalmente diferente. Esto me ha recordado que yo tuve un jefe, que podía defender en la misma reunión una cosa y la contraria. ¡Qué jodío! Uno salía de las reuniones y no sabía nunca qué coño tenía que hacer… (bueno sí, ir con una grabadora) ¡Joder! qué gusto da no tener jefe. Perdón por el lapsus, volvamos al principio de siempre en esto de emprender: haz lo que te salga de las pelotas. Yo he tardado en verlo claro, pero ya lo voy viendo un poco más nítido. Los agoreros te dirán eso de: – ya te lo advertí – y siempre encontrarán una razón para decir que – ya se veía venir o esto nunca funciona- . ¡Qué putos cenizos! Yo, te digo lo mismo siempre, que si no lo intentas nunca lo sabrás. Y hay casos para dar y tomar de lo mismo y justamente lo contrario. Pero es verdad que todos pensamos que sí existe el socio perfecto. El socio perfecto ¡Soy yo! Así sin complejos. Porque como yo no hay nadie que haga las cosas igual de bien. Todos nos creemos que somos los mejores. ¡Los putos amos! En serio, este no es mi caso, pero el ego que tienen algunos emprendedores es inmenso como el mar. Ante la falta de cariño, estos emprendedores han desarrollado el amor propio hasta límites insospechados y esto les hace creerse inmortales y los mejores del mundo mundial. Y esto choca frontalmente con la idea de tener otras personas alrededor. Si eres así, emprende solo, cualquier otra fórmula será un grave error. Los ególatras mejor solos. La soledad del emprendedor tiene el inconveniente de no poder compartir vivencias, pero la parte positiva es que irás más rápido y serás libre para imponer tu criterio. No tendrás que convencer a nadie, por ahora. Para todos los emprendedores, perfectos o imperfectos, el mejor secreto a la hora de elegir socio es la actitud, la buena actitud. Creo que este es el auténtico secreto. Me explico. Da igual el motivo que hayas tomado para asociarte con alguien: forzado por la tradición familiar, la amistad de muchos años, el dinero que te prestaron, los conocimientos que te faltan, el acojone que te entró o el simple azar. Haz que la asociación sea una relación sana, de construir algo juntos con el ánimo de crecer personal y profesionalmente, de aprender juntos, de hacer algo unidos evitando el mal rollo, las malas críticas, los reproches y toda la mierda que enturbia una relación. Pon la voluntad de no discutir y de intentar solucionar juntos los innumerables problemas a los que os vais a enfrentar. Si la actitud común es, que la relación funcione por ambas partes, te aseguro que funcionará sin importar la raza, ni el color. Es un matrimonio profesional. Y habrá de todo, como en botica, pero con amor es más fácil emprender y vivir. La relación 100% perfecta que te recomiende el Tinder de Socios saldrá mal, si no le pones la firme voluntad de ser un equipo. Como ves, vuelve a ser un tema de actitud. Las cosas hay que hablarlas. Las buenas y las malas. Pero de una forma aséptica y sin dañar al otro. Si se ha cometido un error, que ya te adelanto, habrá unos cuantos, no pasa nada. El que tiene boca se equivoca. Lo importante no es ver quién comete más errores o quién pilla al otro. ¡NO! Lo importante es solucionarlos juntos. Sin ocultarlos, que ya te he contado que de los errores es de lo que más se aprende. Y celebrando los éxitos, como si hubieras ganado una Champions. Espalda contra espalda, ¡a por ellos que son pocos y cobardes! La mejor manera de que las cosas salgan bien es querer que salgan bien. Es de Perogrullo. No ayuda la envidia, el orgullo mal entendido, la intransigencia, la vagancia, la soberbia, la venganza u odiar en cualquiera de sus múltiples variedades o formatos. Para que un emprendimiento tenga éxito las mejores herramientas
“No risk, no gain“
Para Emprender no basta con tener una buena idea o un buen proyecto. Para ganar esta batalla es necesario que des ese primer paso y te arriesgues. Convertirte en el emprendedor de éxito que siempre habías soñado es posible, pero hay que asumir un riesgo. A muchos emprendedores de éxito se les llena la boca contando su gran hazaña, ¡Fardar es lo que mola! Pero ¿Es oro todo lo que reluce? Hay muy poca gente que te cuenta la verdad, y se ahorran enumerar todos esos fracasos que acumularon hasta que llegaron al éxito. Y es obvio que meterla a la primera, es difícil (me refiero a la idea). Muchas veces grandes fracasos han propiciado grandes éxitos. Es el caso de Harland David Sanders, este buen hombre llevaba más de 20 años cocinando pollos sin mucho éxito. No sé qué me da más pena, si los pollos o el pro-pio Sanders. Después de vender el local y pagar todas las deudas del traspaso, Sanders estaba arruinado, en bancarrota. Sin embargo, la gente emprendedora nunca se da por vencida y se le ocurrió el concepto de restaurante franquiciado. Apostó por vender franquicias en lugar de freír pollos y para desgracia de estos últimos, en cinco años consiguió 190 franquiciados y más de 400 locales de Kentucky Fried Chicken, KFC. ¡Pobres pollos! A veces te obcecas en la idea y no es lo que pita, sino cómo estratégicamente pones esa idea en el mercado. El riesgo es inherente al emprendedor. Bueno, salvo que papá tenga mucha pasta, y a veces ni con esas. Acometer una empresa, por muy preparado que estés, no deja de ser un acto heroico en el que, aunque no lo quieras creer, interviene el influjo de la suerte. Pero como bien decía mi padre, el Grandísimo Doctor Castells, “hijo, que la suerte te pille trabajando que así es más fácil ganar, pero eso sí, trabaja mucho para que la suerte te pille” La suerte es sólo un catalizador. Si arriesgas puedes ganar al-guna vez, aunque otras muchas, solo aprenderás… ¡que no es poco! Así, sin exagerar, y para abrir boca, hay que saber que la gran mayoría de las nuevas empresas no tienen suerte y fracasan antes de cumplir cinco años. No hay que ser un lince ibérico para ver que aquí hay algo que no funciona bien. ¿Qué? ¿Cómo se te queda el cuerpo? Lo cierto es que el 80% de las empresas presentan quiebra técnica durante el primer quinquenio, pero seguro que hay muchas otras que están quebradas y aún no lo saben y otras que no lo hacen saber, que no es oro todo lo que reluce y si no, que se lo pregunten a ¡¡Jenaaarooo!! Jenaro García fue un modelo a seguir, un emprendedor de éxito. Un hombre hecho así mismo que no supo digerir su fracaso, y pasó de ser un empresario modélico, a un “lamentable” maquillador contable. Cuando saltó el escándalo llevaba 4 años falseando las cuentas de la “supuestamente” exitosa Gowex, su empresa de conexión inalámbrica a Internet y un referente en el sector. El gran triunfador no quiso o no supo reconocer su fracaso y arruinó a mucha gente, estafó más de dos mil millones de euros. ¡Qué cabrón! El fracaso también hay que aceptarlo y siempre es un excelente aprendizaje. Y además, quién sabe, puede ser el inicio del éxito. Si vas a emprender tu propio negocio tienes que saber muy bien que hay un riesgo que has aceptado correr, aunque no lo quieras ver. Emprender… ¡¡es riesgo!! Para los futuros emprendedores el hecho de toparse con este tipo de estadísticas pesimistas sólo evidencia una de dos, o que eres un insensato o un inconsciente si sigues adelante. O bien, una mezcla de ambas. ¿A quién, en su sano juicio y con un mínimo de amor propio, no le afecta esta ingente cantidad de fracasos? Espera, espera que ahora viene lo bueno. Los gurús dicen: «El fracaso es necesario para conseguir (algún día) el éxito.» ¡Jooooder! ¿Te tienes que quedar sin blanca para poder llegar al éxito? ¿De qué te vale llegar si te has quedado en pelotas? Es como salvarse en un naufragio para palmar en la orilla. Muy triste. Me voy a poner cenizo, como las estadísticas. ¿Quién te garantiza a ti que vas a ser uno de los que se salven de la quema, del fracaso? Es más probable que te toque el Euromillón o que te caiga una herencia de un tío desconocido de Wisconsin, a que emprendas con éxito a la primera. Y centrándonos en uno mismo, ¿tengo que pegarme ocho fracasos para que me salga un buen negocio? ¡Puf! Así no emprende ni Dios. Calcula, dos años por fracaso por ocho fracasos de media… o sea… dieciséis años emprendiendo a troche y moche para ver algún día la luz. Y estamos hablando de una media aritmética, que es muy probable que algunos no den nunca con la piedra filosofal. ¡¡RUN!! Por eso los únicos que se atreven a acometer tamaña hazaña son los noveles, los famosos jóvenes emprendedores, que van sobraos de inconsciencia y atrevimiento. Eso sí, cuando llegan a los cuarenta ya están arruinados hasta las trancas y lo que ganan con el primer éxito lo utilizan para pagar las deudas acumuladas o para huir al Caribe. Y alguno estará pensando… ¿y si empezamos a emprender a los cuarenta? ¿La estadística mejora? No, que coño, te van a llover las hostias exactamente igual. No habrá jubilación para los malditos em-prendedores. ¡Me cago en todo! Entonces ¿Para qué emprender? Pues porque emprender es maravilloso. Emprender es algo difícil de explicar con palabras. Crear tu propio destino es la culminación de tu existencia. Es un estado superior del ser humano, cuasi divino. Es una forma de entender la vida, no exenta de dificultades, de riesgo. Es como vivir en otro país. Pero, ahí está parte del éxito, en no desesperar entre fracaso y fracaso. Se acabó el pesimismo. Eso sí con precaución y
Emprender, un viaje lleno de sueños… y de pesadillas
Soy el Doktor Castells y quiero compartir contigo mi experiencia como emprendedor. Esta historia está basada en hechos reales. Siempre nos venden lo maravilloso que es emprender y lo fácil que es conseguir alguna ayuda para montártelo por tu cuenta: Que si apoyo a jóvenes emprendedores, a mujeres emprendedoras, créditos blandos, incubadoras y facilidades a tutiplén… ¿verdad? Pero, por mucho que te prepares, por muy listo que seas, por muy bien que te muevas, por mucho que lo hayas mamado en casa desde pequeño o por muchos libros de emprendimiento que te hayas leído, he de decirte que nadie te cuenta la realidad de lo que te vas a encontrar ahí fuera. Y créeme, la realidad supera con creces la ficción. Emprender es un viaje lleno de sueños y también de pesadillas. Déjame que te cuente lo que no está escrito en esto de emprender. Empecemos por el principio ¿por qué emprender? Motivos hay muchos, pero en mi caso no me quedaron más cojones. Yo era un tío normal, sí, sí, de esos que miden lo mismo que la media, que pesan lo mismo que la media, casado, mi mujer, mis hijos, mis hobbies… todo muy de la media, muy normal. En el trabajo siempre me había ido bien, trabajando mucho como todos. Pero un día, con poco más de 40 palos y después de habérselo dado todo a la Empresa, me echaron a la puta calle. Desagradecidos de mierda!!! Al principio no di crédito, es que no me lo podía creer… estos Jossssssdeputa me han echao!!! ¡¡¡¡Qué coño hago yo ahora!!!!! Y no me quedó otra que buscar curro, con más miedo que vergüenza porque vergüenza… se pasa y mucha. ¿Cómo coño le cuento esto a mi mujer? ¿y a mis hijos?… ¡Dios!.. Y a mi suegra?… Lo pasé fatal… De la vergüenza pasé al sentimiento de fracaso y del fracaso a la frustración. Después de hartarme a mandar miles de curriculums, de rellenar interminables webs con mis datos, ¡qué coñazo! de hacer cientos de entrevistas y de llamar a no sé cuántas puertas… me di cuenta…Nadie me iba a contratar y surgió en mi interior y por primera vez, la maravillosa idea de emprender… y la verdad es que solo de pensarlo me acojonaba vivo… aunque por otro lado… también me seducía… Porque todo el mundo ha pensado alguna vez en emprender y se ha imaginado regentando un chiringuito en alguna playa de Cádiz, cortando limas para hacer daiquiris, rodeado de gente guapa que ríe y baila al son de la música en directo…? Todo esto mientras la caja registradora rebosa de pasta gansa… sí, sí, pero ahora… hay que trasladar los sueños a la puta realidad, a los ¡¡hechos…!! y por desgracia se te empieza a caer el chiringuito. Y dudas… y ya no lo tienes tan claro porque… lo del chiringuito ya se le ha ocurrido a más de uno y en Cádiz, chiringuitos no faltan…. Porque para poder emprender con alguna posibilidad hace falta una buena idea, original, al estilo de las que tuvieron Bill Gates o Jeff Bezos. La idea es el inicio, es el punto de partida. Y a mi, mejor dicho a nosotros, porque en este viaje iba acompañado por David, mi socio, nos surgió una idea cojonuda. Nació “recmember me” una Aplicación de esas del móvil, para enviar mensajes al futuro. Para enviarte mensajes a ti mismo o a tus seres queridos, dejándolos programados para que los recibieran años más tarde. Imagínate felicitar por sus 18 años a tu hijo recién nacido. Mola eh? Y aquí llegó mi buen amigo Miguel Ángel, que me transmitió un buen consejo, “si quieres que te toque la lotería tienes que comprar un décimo, si no… es imposible”. Por obvio el consejo de Miguel Ángel me pareció genial, muy gráfico y visual. Hay que dar el paso. Un día hay que dejarse de planes, de previsiones, de power points, de keynotes, de excel hipervinculados y pasar a la acción. Para llegar a la meta hay que dar un primer paso. Y nosotros lo dimos. La idea de Recmember Me, gustó muchísimo y salimos en la tele, nos entrevistaron varias veces en la radio, y salimos hasta en la revista Emprendedores. Lo puedes ver ahí en Google… Pero… tener una buena idea no es suficiente. Se necesita algo más: valor, audacia, atrevimiento, osadía. De hecho el cementerio está lleno de ideas estupendas y de planes maravillosos por culpa de gente que nunca se atrevió a echarle huevos y convertir esa idea en una realidad, en algo más. Hace falta valor… Además de tener una buena idea, o copiarla, lo que se necesita en un momento determinado, es echar a andar. No hace falta correr al principio o sí, depende, pero lo que es impepinable es que hay que empezar a hacer algo con esa idea. Todos los emprendedores somos perfeccionistas y nunca encontramos el día indicado para emprender el viaje, siempre hay algo mejorable. Pero hay que marcar el día “D” en el calendario. Créeme es mejor dar el paso con un 75% del proyecto ya encaminado que no esperar a que esté al 100%. Los expertos lo llama el Producto Mínimo Viable, que sirve para testarlo en el mercado de una forma real y así poder mejorarlo. Porque si esperamos a tener la excelencia del producto es muy probable que nunca jamás demos ese primer paso. Al final la perfección conduce a la parálisis, a la inseguridad… al cementerio de ideas. El primer paso seguro que no te lleva donde quieres ir, pero te sacará de donde estabas. Este es ya el primer éxito. Seguro que llevabas mucho tiempo madurando la idea, analizando competencia, viendo oportunidades y riesgos, asesorándote, dejándote aconsejar, pros y contras, el famoso DAFO… pero el día “D”, el día que tu proyecto ve la luz, ese día es un punto de inflexión en el que entras a formar parte del selecto club de los que HACEN, de los que llevan